La terapia mineral fue creada por el Dr. Schüssler en 1874, Schüssler y sus sucesores han demostrado que su repertorio bioquímico abre un campo de grandes posibilidades terapéuticas. No sólo es evidente que esta exenta de riesgo y completamente adaptado a las características individuales de cada persona, sino que además es «natural» en todo el sentido de la palabra.
Su estudio se basa en aceptar que la actividad celular normal dependía de un contenido normal en sales inorgánicas, y este fue para Schüssler el paso decisivo que le animó a seguir desarrollando su tratamiento bioquímico. Las desviaciones con respecto a los niveles normales de sales inorgánicas y sales alimentarias, y en particular los déficit de dichas sales eran, para Schüssler, la causa última de las enfermedades. En consecuencia, la terapéutica en caso de enfermedad debía consistir en compensar este déficit por medio del aporte medicamentoso de sustancias inorgánicas. Aquí es imperativo pensar en una sustitución en un aporte de las sustancias deficitarias, pero sin embargo lo que se hace es crear un estimulo, dando información a las células para una mayor absorción de las sales inorgánicas contenidas en los alimentos suministrados al organismo y que les son vitales para el mantenimiento de su equilibrio interno.